miércoles, 10 de enero de 2018

ARTE, CURVAS Y GUANTES

Entró por la rendija de la puerta semicerrada, por ese huequecito que nadie pisa y pocos traspasan.

Llegaba silenciosa, desnuda,

dirigida por sus curvas en cada movimiento,
los guantes tapizando sus huellas dactilares
y los zapatos de tacón recolgando entre los dedos.

Llegaba con los ojos sedientos de miradas. 

...Miradas de las que invaden labios en calma y provocan besos inquietos, 
miradas de las que 
húmedas recorren pupilas resolviendo
la sequía de algunos momentos.
...Miradas de las que
soplan, de las que giran, 
de las que mezclan instantes con recuerdos,
de esas que eclipsan ojos huérfanos 
y de esas otras que huérfanas ¡eclipsan momentos!

Recorrió descalza tres cuartas partes de un suspiro     

ajustando respiraciones a la piel de un silencio,   
liberó atragantados estilos entretenidos provocando 
el desnudo ¡de ese minuto que se viste de tiempo!

La observaban un señor con gafas de pulso absurdo,

otro con corbata de pasión inquieto, 
el que presume de canas y surcos
y otro que por lo visto nació sin complejos.
Una mujer de estilo definido, 
de edad avanzada y avanzado ingenio,
otra con chaqueta ajustada presionando al olvido
y la señora que de tanto comulgar ¡a su hijo hizo ateo!

La miraba con precisión una distinguida dama 

que de letras acostumbra a pintar sus momentos,
... su asistenta ¡casi sin pulso!
y la prima de ésta que vestida de luto 
se reinventa desde hace tiempo.
Otra, amiga de la infancia que entre óleos y desnudos 
sorprende a la copa, al líquido ¡y hasta al sediento!
La hija menor de la primera 
que con camisa de once varas y más de
¡doce botones en el sombrero!
acaricia la mano arrugada de su madre 
y la pierna de la vecina del quinto 
que de apariencias entiende un rato
y de ratos llena aparentes misterios.

Ella se quedó de pie en el estrado,

sobre la tarima flotante que no dice nada,
tan desnuda como libre, tan artista como sabia,
callada, muy callada, delincuente con carisma
de esas... ¡de esas que roban almas!
La chica de rizos sonríe, se pierde entre sus ganas,
entre sus pieles, sus perfiles, entre caricias 
¡aún no inventadas!
Los pulsos se dividen y las emociones se multiplican
¡simplemente entre palabras!

Corre la imaginación incesante, ansiosa, 

a veces vacía de rima, otras disfrazada de prosa.
Corre descalza con ella y con la otra, 
con el señor de corbata y con el que se peinó a la moda,
con la mujer que apretada se justifica
y con la que de religión llena su alcoba.
Corre libre sin necesidad de calles, 
sin necesidad de esquinas, sin ocupar espacios,
sin ocupar lugares
Corre... ¡por donde nadie camina!

De repente se detiene ante la oscuridad
luminosa del que ya nada ilumina,
entre luces apagadas y sombras encendidas.
Se detiene ante la necesidad imperiosa 
del que ya ¡nada necesita!
Entre conciertos desequilibrados
y concertistas equilibristas.

Las manos disfrazadas recorren su cuerpo 

fragmentado de curvas infinitas
y con el dedo pulgar roza sus labios
definiendo una sonrisa.
Entonces cae sobre el escenario 
que segundos antes ¡presenció como nacía!
Cae con las pulsaciones aceleradas
y los ritmos acariciando la arritmia,
con sentimientos encontrados 
y el pensamiento perdido entre líneas.
Cae dejando libre su esencia para que
otros la llenen de vida...

Y desaparece en la nada dejando huellas

donde ¡ni pasos habían!
Se hace silencio para quienes no quieren oír
y grito para quienes lo necesitan
Es música del alma, obra de arte, magia... 
Poesía


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