martes, 7 de febrero de 2017

9 ALMAS






Llegué!...
Llegué y casi sin llegar ya me perdí en instantes que no eran míos
¡eran vuestros! Estaba mi infancia entre dos y correteando entre ambas la niñez. Saltaban entre globos la adolescencia y su hermana. Entre las sillas ordenadas el presente sonreía y alzaba los brazos.
Él y ella también llegaban, sus pasos acompañaban los míos hasta que estos se paraban. Allí no faltaban ni tan siquiera ¡las que no estaban!
En mi mente se dibujaban la juventud, la protección, la innovación y en la piel, y cómplice de mi perdida mirada, la que vio caer al suelo directamente el alma.

A veces bailamos los sueños, otras saltamos realidades, de vez en cuando remangamos los pantalones a las ideas más ajustadas y desabrochamos los botones de las verdades más acertadas ¡y acaban desnudas  las emociones ante ciertas miradas! Quizá la esencia en ese preciso momento no se ve, pero se palpa ¿Y sabéis?... Da miedo porque el aire araña, el sol nos quema y el amor duele... Y es que el amor duele. Duele porque se clava.

Las infinitas formas de querer sin deformar lo que se está queriendo. Querer desde dentro, desde fuera, desde lejos, desde cerca. Querer de frente, de lado, con la mirada, con los labios. Querer con el alma, con la piel, con los cinco sentidos ¡y con otros tres! 
Y sudan las entrañas y los sentimientos surfean por dentro, entre olas inexistentes y gotas que seducen al sediento. ¡A mí me ahogan!... Me dejan sin voz, sin lágrimas, sin reacción aparente porque de apariencia decidí ser vaciada. Me dejan sin nada que dar y de nuevo me duele amar.
Sin embargo, la incoherencia y sus razones hacen música y vuelvo a bailar entre sus aguas que corren agitadas y desean mojar mi cuerpo y calar mi alma. Y vuelvo a ser... ¡porque necesito querer!

A veces la imaginación levita, otras vuela y sube rápido para descender lento y dejarse caer para sentarse en los labios de "el gran maestro" ¡el silencio! porque no siempre se encuentran los capítulos de misterio, ni la expresión adecuada, ni siquiera la última palabra porque hasta esa se la ha tragado el silencio.
Soporté el temblor ¡cierto! La copa oxigenaba de nuevo el momento algo tan maravilloso no podía ser para mi porqué no lo merezco... Y duele ¿Y sabéis un secreto? La sensibilidad mata y a mí ¡me asesinó hace tiempo! Aparezco de la nada y en la nada desaparezco. Un diminuto ser que renace a destiempo para doleros... para doleros por dentro.


Pd. A las nueve almas que hicieron inolvidable un día cualquiera
A ellas..."Mis amigas"